Dos conversaciones que me sacan de quicio.

Sábado por la mañana:
Llamada del padre de mi niña.
Oye mira que si puedes venir, porque la niña está mala, está insoportable y tu siempre lo llevas mejor. Qué si lo que haces no es importante, te quedas con la niña. Y si puedo por la noche, cenamos juntos.
Delante de este tipo de respuestas, podía contestar lo que yo realmente pienso o hacer lo que hice, pensar en lo mejor para ella, recogerla y pasar el sábado y domingo con la niña. Pienso que si no la puede "soportar" pues mejor que este con alguien que en ese momento la quiera.
El día que entendí que la niña es mía me dejé de enfadar.
La cena la acepté porque pensé que la niña debe ver a su padre.
Debo decir que es un buen padre, pero hay situaciones que no las sabe afrontar y está muy acostumbrado a que sea yo quién tome todas las decisiones y lo respeta todo.

La segunda conversación este mediodía en casa de una amiga, habían unos amigos de ella...y uno de estos me pregunta si tengo novio, que ya de entrada que le importa a él, y le contesto no tengo novia, para quedarme con él y reírme un poco en su cara y me dice y tu haces de hombre o de mujer? pero hasta donde le llega la curiosidad por Dios!
Y educadamente, ni contesté la pregunta...

Estoy contenta, porque simplemente ni me enfadé! Como dice Paula, hay mucho obtuso!